sábado, 10 de marzo de 2007

A veces..

He pensado, de vez en cuando dedico mi tiempo a pensarlo…
“¿Cuántas capas de piel, cuantas de carne hay hasta llegar al punto de sensibilidad?”. Digo… hemos sentido cuando nos oprimen el “corazón”
A veces las sensaciones se trabajan mediante la mente, hay otras que no. Quizá sea como una aguja que va atravesando lentamente, capa por capa. Cuantos corazones has asesinado en esta vida ¿?
Vanidad obsesa que te hace empezar a contar después de leer. Los que realmente valen la pena, Son aquellos que yo oprimiría en tu pecho...
Ocio, ego, no hay sinceridad en un único espacio. Y si no respetas el momento, como ser capaz de pensar en un día más, en una vida más, en... un corazón más.
Y es que yo he pensado… a veces dedico mi tiempo a pensarlo…
Si mi vista distrae un segundo, es capaz de ver y mi cerebro. De pensar más de lo que una simple ecuación pudo contener por días enteros, quizá… semanas enteras.
Pienso cuando estaba en un cuarto de poca luz y mi carne era acariciada por otras manos que también eran capaces de cantar…era una escena bonita.
Tenía cigarros, disfrutaba de una rica limonada y un plato con algunas patatas fritas ya frías.
Pero tenía varios recuerdos más aquí. Era como si hubiera mucha gente y yo estuviera en un mostrador a plena exposición. Quizá es solo que la paranoia a veces me delata más de lo que podría creer.
Años enteros he pensado y sé que seguiré pensando...Que hay una belleza más allá de esta apariencia estética del estar.
Leí y recuerdo bien, algunas sabias palabras de un viejo libro de Blake, acerca de la belleza y las proporciones. Nadie sabe a ciencia cierta que nos regala el poder de pensar... yo levantaría gustosa, quizá no acertada la mano y diría “nada”.
La tonalidad de mi voz, mi proporción a exposición, nada… es vacio… solo fluye, pero yo no lo sé a ciencia cierta
No me he detenido aun, a darle un segundo vista a lo que escribo hoy, cada renglón quiero terminar, es que quiero escribir más. Quiero escribirte a ti... pero me cuesta trabajo... la ansiedad nos hace querer tener sabiduria... y el exceso provoca las presencias.
Izardíu.
(Marzo 2007).

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